Cada día estoy más convencida de que el Consell de Puig no está preparado para dirigir esta Comunitat. Hay una incapacidad manifiesta para afrontar los retos que los valencianos tenemos por delante, con una permanente sensación de improvisación y falta de trabajo. Y no me refiero precisamente a la gestión de la crisis del coronavirus, donde --recuerden-- hasta anteayer mismo se tachaba al PP de alarmista y donde en estos momentos es necesaria por parte de todas las fuerzas políticas unidad de acción y tranquilidad, desde la certeza de saber que nuestro sistema sanitario es excelente gracias a sus profesionales.

Desde el PP hemos tendido la mano para activar medidas que aplaquen en parte los efectos económicos del coronavirus. Más bien me refiero, sobre todo, a cuestiones como el empleo, la violencia de género, el sectarismo lingüístico, el abandono del litoral por el temporal Gloria, el caos en los servicios sociales, la falta de gestión, la dependencia, la crisis en la agricultura, los impagos a los discapacitados, la caída de inversiones, la falta de ayudas, el progresivo deterioro de servicios públicos como las Cercanías, la lucha contra las listas de espera sanitarias…

Puig y Oltra no están ocupados en tratar de solucionar los problemas de los ciudadanos. Andan sobrepasados por la realidad. Son incapaces de plantear medidas para desatascar los problemas reales de la gente porque están entregados en cuerpo y alma a detener la hemorragia que sufre este Consell. Lo cierto es que Puig y los socialistas, por un lado, solo están obsesionados en acabar con el rastro del dinero de las subvenciones públicas de decenas de miles de euros a las empresas del hermanísimo del Molt Honorable y, por otro lado, la rama Botánica de Compromís anda empeñada en tapar la nefasta gestión de su lideresa en la gestión de los centros de menores. Y la tercera rama botánica, Podemos, ni está ni se le espera. Esto es lo que sucede cuando hay un gobierno diseñado para la propaganda y no para la gestión, que es lo que toca.

Este Consell solo es noticia por sus escándalos y peleas internas para intentar acaparar protagonismo, no por sus iniciativas de creación de riqueza y bienestar. La Generalitat valenciana corre un riesgo real de colapso por inacción. En el quinto año del Botànic, una vez desaparecida la inercia de la gestión de los anteriores gobiernos populares, hay un peligro cierto de parálisis en la Comunitat Valenciana por la desincentivación económica, la subida generalizada de impuestos, el crecimiento desmesurado del sector público, la parálisis de la administración y la ausencia total de decisiones estratégicas.

No hay Consell, no hay gestión real más allá de la propaganda. Han incumplido todas sus promesas, apoltronados en sus despachos y en los coches oficiales. No tienen proyecto ilusionante ni ideas para mejorar la sociedad, solo medidas ideologizantes, fuego de artificio --los famosos Ximoanuncios que nunca se convierten en nada--, y el ataque y desprecio a quienes piensan diferente. Puig y Oltra están desbordados y no saben qué hacer. A los hechos (y a los datos) me remito.

*Presidenta del PPCV