El socialismo como proyecto económico ha fracasado cada vez que se le ha dado una oportunidad, la planificación económica y la intervención en los precios se ha demostrado ineficaz, el último país en fijar precios justos al margen de la libertad del mercado ha sido Venezuela.

La lucha de clases promovida por los partidos obreros ha sido superada por el crecimiento económico. Y la previsión marxista de que el capitalismo ensancharía la diferencia entre ricos y pobres se desmiente con el crecimiento de una clase media que suma ya el 50% de la población mundial y en España supera con holgura el 60% de los ciudadanos.

El auge de los países que abandonan el socialismo para dar libertad económica a sus ciudadanos, hace que, según World Data Lab, cada segundo cinco personas pasen de la pobreza a engrosar la clase media mundial.

Queda casi todo por hacer, sigue habiendo multitud de personas excluidas y reformas por realizar, pero ninguna vendrá del socialismo, de eso estoy seguro. Ellos también lo saben y por eso la izquierda muta.

El socialismo cambia de relato, abandona su discurso económico original, ante sus tristes experiencias gubernamentales, y ocupa el ámbito de la mujer, el cambio climático e incluso la agricultura.

Son los mismos actores políticos, y con el mismo final, el capitalismo es el culpable, pero la trama cambia, se sustituye el enfrentamiento obrero/patrón por otros como el de mujer/hombre.

En la lucha por los derechos de la mujer, la izquierda que destruye sus empleos y es incapaz de proteger sus vidas eficazmente, termina sus manifiestos culpando al patriarcado capitalista y de extrema derecha. Es el marxismo de siempre en busca de nuevos caladeros.

Pablo Iglesias, tras los daños realizados por el temporal Gloria visitó nuestras costas para, a la vez que renunciaba a reparar los daños, culpar del cambio climático al pelotazo, que obviamente no es pasar de Vallecas al casoplón de Galapagar, sino tener un paseo turístico que permite al municipio crear empleo y oportunidades.

Ahora a los agricultores, cuya renta creció más de un 30% durante el Gobierno de Mariano Rajoy y ahora se desploma, son capaces de decirles que el problema es el librecomercio --el mismo que nos permite exportar más de un 80% de la fruta que producimos-- y que hay que hay que imponer precios, para evitar así que el foco se ponga sobre el 41% del beneficio agrario que se queda la administración.

La izquierda se metamorfosea, cambia el relato constantemente pero sus propuestas son siempre idénticas, buscar la colisión, el enfrentamiento entre clases o sexos y reducir la libertad de elección en favor de un sector público que decide precios, lengua o colegio.

*Presidente PPCS