Existen diferentes causas que pueden producir una gran dosis de sufrimiento pero pocas tan dolorosas como la soledad. En psicología se considera que alguien está solo cuando no mantiene comunicación con otras personas o cuando percibe que sus relaciones sociales son pobres o no satisfactorias, lo que lo distingue del aislamiento social. La soledad refleja una percepción del individuo respecto a su red de relaciones sociales, bien porque esta sea escasa o porque sean demasiado superficiales.

Sin embargo, el aislamiento social se presenta cuando una persona se aleja totalmente de su entorno de manera involuntaria, condición que suelen darse en personas que han padecido algún hecho traumático en su vida. Se podría decir que existen tres características que definirían la soledad: es el resultado de relaciones sociales deficientes, es una experiencia subjetiva pues uno puede estar solo sin sentirse solo o sentirse solo cuando se halla en grupo y, por último, genera angustia y tristeza. Y es que, aunque sea una verdad incómoda, estamos en una sociedad egoísta e individualista llena de gente sola o que se siente así.

Sirva de botón de muestra la loable iniciativa de un joven estadounidense en paro que decidió ocupar su tiempo en escuchar todo lo que la gente quisiera contarle. Con tal fin colgó un video en la red, titulado «A pesar de no conocerte, me importas», ofreciendo su escucha a todo el que le llamara. Al joven se le colapsó el terminal al recibir más de 5.000 mensajes y llamadas en un par de días. Y es que somos seres sociales que necesitamos de los demás. Y no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal, sino también para afianzar nuestra autoestima, ya que ésta se genera cada día en la interrelación con las personas que nos rodean.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)