El caso de Osman, el niño afgano de 7 años aquejado de parálisis cerebral, es un ejemplo de una encomiable solidaridad que ayuda a afrontar el drama inmenso de los refugiados. La decidida acción de otra organización no gubernamental, Bomberos en Acción, ha permitido que este pequeño refugiado llegara ayer desde el campo de Idomeni a Valencia, donde podrá ser tratado de su dolencia en el Hospital La Fe. Bomberos en Acción entregó antes 150.000 firmas al Gobierno español pidiendo una atención médica adecuada para Osman, y la implicación personal de José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores, agilizó el traslado. La labor de oenegés como Bomberos en Acción resulta, en estos tiempos, más ejemplar que nunca. En primer lugar, por su ayuda y socorro directo a esas personas, y también lo es por ejercer de altavoz de concienciación para los ciudadanos de las sociedades occidentales. El apoyo de Margallo a Osman merece consideración, pero es solo un gesto individual. Porque tanto la UE como el Gobierno, que únicamente ha acogido hasta ahora a 18 refugiados de los 16.000 comprometidos a amparar en dos años, no han estado a la altura, ni mucho menos, de una crisis humanitaria de esta magnitud.