La discreción es signo de humildad. Y así es la solidaridad, entendida como apoyo o adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros mediante recursos personales, económicos, etc., generalmente a través de asociaciones con voluntariado incluido.

Ahora, con la problemática creada por la covid-19, la cifra de perjudicados que necesita ayuda ha incrementado esos 8,5 millones en exclusión social y pobreza del que nos advierte el informe FOESA.

Estas agrupaciones son dignas de todo encomio: colaboran con eficacia en la cobertura de necesidades básicas, atención a las personas más vulnerables… La mayoría de las asociaciones y las más antiguas proceden del mundo religioso; otras se cobijan en el campo de las llamadas ONG. Entre las primeras destaca Cáritas, conocida y reconocida por su celo y dedicación, compartida su labor con las parroquias; Manos Unidas y muchas otras son ejemplares. Importantes son organizaciones como Cruz Roja o la Media Luna, que, entre sus funciones, está la protección de la vida y la dignidad de las víctimas de conflictos y otros apoyos. Medicus Mundi, que vela por la salud, los sanitarios y organizaciones sustentadas por agentes voluntarios; Banco de Alimentos, etc.

Todas realizan una labor callada, muchas veces silenciada por otras voces o sin justas alusiones, pero real y eficaz. Son los genuinos y discretos solidarios por amor al prójimo.

*Profesor