Hoy comienza una nueva línea de Castellón a Londres. Concretamente al aeropuerto de Luton. Esta semana una delegación del sector turístico de la provincia visitará Marsella. Una misión para promocionar nuestro destino en la que será una nueva ruta que seguirá abriéndonos a los mercados. En plena incertidumbre sobre el brexit y convencidos del potencial emisor de Francia, nos interesa trabajar estos dos frentes. Lo hacemos sin descuidar ninguna de las oportunidades que surjan en este mercado llamado mundo.

Recientemente Castellón estuvo mostrando sus atributos y presentando credenciales en la ciudad de Viena, otra nueva conexión del aeropuerto. Esto habrá sucedido en apenas dos semanas pero es el resultado de varios años de trabajo.

Pudiera parecer que hemos entrado en una dinámica alentadora y productiva. Quizá. Es correcto y plausible militar en el optimismo, el único partido que entiende el turismo. Es más, Castellón necesita construir una narrativa positiva y optimista de su propia historia y futuro económico y social. Hay vida más allá del azulejo. Pero sin disciplina no hay pianista. Y sin estrategia y conjura colectiva no hay destino turístico. No en la dimensión competitiva que esperamos alcanzar.

Necesitamos continuar y profundizar el espíritu de trabajo de este nuevo tiempo en materia turística. Con él vamos remontando la realidad del aeropuerto y con él deberemos llegar más lejos colectivamente. Es decir, trabajar mucho y hablar poco. Lo imprescindible. Criterios profesionales en la toma de decisiones. Si alguna oportunidad tenemos en el futuro será consecuencia del esfuerzo y de nuestra capacidad para articular con éxito alianzas y actitudes alineadas en la misma dirección. No podemos pararnos a beber en todos los charcos de dislates que nos encontremos.

Tampoco podemos ni debemos descartar la promoción nacional y, singularmente, el flujo de visitantes de la propia Comunidad. No en vano los valencianos somos aproximadamente el 51% del mercado emisor español.

Vivimos ya en un mundo donde la globalización y el low cost difuminan las distancias. Si el producto merece la pena seremos relevantes. Por eso debemos abrazar la idea de que el mejor marketing comienza en el producto. Al tiempo que ir superando algunas certezas que no lo son. Tener una ermita no es tener un producto turístico. Tener una página web no es tener una estrategia digital. Ir solo a Fitur a depositar folletos en un mostrador en medio de un océano de mostradores el mismo día, misma hora y mismo lugar que miles de pueblos, no es la mejor promoción posible. Todo cambia y seguirá cambiando a ritmo de vértigo. Llegar puntuales a una cita con los cambios será nuestro mejor pasaporte de futuro.

*Secretario autonómico de Turismo