Sin duda, quererse a uno mismo es una de las claves para ser feliz, pues no en vano, la raíz de muchos problemas emocionales se encuentra en el sentimiento de desprecio que algunos tienen por sí mismos. Así, la autoestima debe estar basada en el sentimiento de valía personal, convirtiéndose el amor propio es una combinación de autoaceptación, amabilidad y respeto hacia nosotros mismos.

En el mundo, existe una nueva tendencia que está creciendo con fuerza y que no es otra cosa que quererse a uno mismo, llevado al extremo: la sologamia, es decir, el acto de casarse con uno mismo. Este rito está dejando de ser una excentricidad pues se va implantando paulatinamente en muchos países. La ceremonia nupcial es igual que una boda tradicional, con despedida de soltero/a, con traje de novio/a, anillo, testigos, votos matrimoniales, celebración con invitados, tarta nupcial y luna de miel (en solitario, claro). En Estados Unidos existe una web, I Married Me (Me casé conmigo), que pone a la venta el kit completo para la autoboda. Obviamente, la ceremonia no conlleva ningún efecto legal, tan solo se considera un símbolo de amor propio, pues los partidarios aseguran que se trata de apostar por el amor a uno mismo. Pero lo cierto es que no es necesario llevar a cabo toda la parafernalia para amarse sin reservas. Tal vez la motivación intrínseca para realizar tan surrealista acto sea superar la presión social que pueda haber cuando, llegado a una cierta edad, todavía no se ha encontrado la media naranja.

A mi modo de ver, es un desatino, un quiero y no puedo, prometerse a uno mismo hacerse feliz todos los días de su propia vida, en la salud y la enfermedad, en las alegrías y las penas, en la penuria y en la abundancia … ¿existe otra alternativa? H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)