Atravesamos por momentos difíciles a causa de la pandemia de la covid-19, cosa que ha servido para poner de manifiesto las ventajas que tiene vivir en el interior de nuestra provincia. Por primera vez, los pueblos nos convertimos en la solución y no en el problema. Las bajas ratio de habitantes por metro cuadrado nos permiten plantar cara al virus con ventaja. Por eso, la reconstrucción socioeconómica debe pasar necesariamente por una apuesta en firme por el mundo rural.

Los alcaldes de las pequeñas localidades, como Argelita, venimos insistiendo en que las administraciones han de dejar de mirar a los pueblos con lástima y de limitarse a otorgarnos limosna. Como digo, esta crisis sanitaria nos ha hecho ver que nuestros municipios son una apuesta fiable para la seguridad humana y por ello debemos dotarlos de las inversiones necesarias.

Cuando hablamos de inversiones, hablamos de financiación para infraestructuras básicas como las residencias de tercera edad o las instalaciones hídricas y de eficiencia energética. También nos referimos al fomento del turismo sostenible y al apoyo al comercio local. Y, evidentemente, pedimos proteger y apostar por la ganadería extensiva y avivar la agricultura ecológica. Esto, sin olvidar que hay que poner en valor el sistema educativo rural y apoyar la implantación de empresas tecnológicas y digitales en nuestros municipios.

En este proceso de reactivación post-covid, la agenda rural de lucha contra la despoblación debe estar más presente que nunca en las agendas institucionales. Confiamos en que el mundo rural no sea una vez más cabeza de turco ni sufra ningún tipo de recorte en servicios básicos, ya sea por parte de la Diputació, de la Generalitat Valenciana o del gobierno central porque, insisto, somos la solución.

*Alcalde de Argelita