Hace unos días se publicó un estudio de investigadores del Instituto Médico Howard Hughes de Maryland (EEUU), donde se concluía que las alteraciones del ritmo circadiano conllevan modificaciones en un gen que está implicado en el desarrollo de la depresión. Era conocido que existía una conexión entre sueño y depresión, pero hasta ahora nadie había sido capaz de hallar ese nexo biológico.

Siempre se ha sabido que la alteración del reloj biológico interno, también llamado ritmo circadiano, que es quien marca cuando se debe parar a comer o a descansar por ejemplo, exacerba el riesgo de padecer diferentes enfermedades, entre las que se encuentra la depresión. La realidad es que todos hemos experimentado más de una vez que los días que hemos dormido poco o mal, nos pasamos la jornada con cierto malhumor y desgana. Algún día suelto apenas va a afectar a nuestra vida; el problema estriba cuando la situación se mantiene a lo largo de semanas o meses. Parece ser que, dentro del problema de la alteración del sueño, la interrupción es más perjudicial para el estado de ánimo que la propia falta de sueño. Es decir, que es mejor dormir poco pero del tirón, que dormir más horas pero con interrupciones. Así que, a pesar de estar en plena Magdalena, es necesario para ayudar a mejorar nuestro sistema inmunológico, nuestra productividad y estado de ánimo dormir un mínimo de 7 horas y sin interrupciones. H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)