El fin del bipartidismo ha enviado al baúl de los recuerdos las mayorías absolutas, han convertido las noches electorales en una montaña rusa de emociones y han hecho que los pactos poselectorales sean imprescindibles. La noche de este superdomingo en el que los ciudadanos españoles votan en elecciones municipales, autonómicas --salvo excepciones, como el caso de la Comunitat-- y europeas será muy larga. Y el día después estará marcado por los inevitables pactos.

En el conjunto de España, al bipartidismo le ha sucedido un duelo de bloques ideológicos, con el PSOE y el mundo Podemos y sus confluencias en la izquierda y el PP y Ciudadanos en la derecha. La pugna electoral se da al mismo tiempo entre y dentro de ambos ámbitos ideológicos. Para los dos bloques, el 26-M es una suerte de segunda vuelta de las elecciones legislativas del 28-A, que se saldaron con victoria del PSOE y derrota de la triople derecha, pese a la entrada de la ultraderecha de Vox en el Congreso. En Cataluña, a la pugna de bloques ideológicos se le yuxtapone la división en dos de la sociedad y de la política impuesta por el procés. Y como ocurre en el ámbito ideológico, dentro los bloques independentista y constitucionalista también se dan duras pugnas internas, sobre todo en el soberanista, cuya eterna lucha por la hegemonía entre ERC y el espacio convergente vivirá hoy un nuevo capítulo a nivel municipal y en un cara a cara directo entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en las elecciones europeas.

EL Contencioso catalán ha afectado de forma irremediable a la campaña electoral en el resto de España. Con Madrid como gran objetivo a conquistar, el PSOE busca refrendar los resultados del 28-A y hurgar en la herida de un PP debilitado por el auge de Cs y la irrupción de Vox. Aunque parece que el globo de Vox se ha pinchado un poco, hoy la ultraderecha entrará en numerosas autonomías y ayuntamientos, lo cual sigue siendo una pésima noticia. Pablo Casado y Albert Rivera vivirán una noche de alta tensión. El líder popular se juega gran parte de su futuro político (un segundo revolcón sería letal), mientras que el de Cs sueña con un sorpasso en la derecha que le permita arrogarse el papel de líder de la oposición a Pedro Sánchez. Es al efecto contagio de la victoria del líder socialista en el 28-A a lo que se aferran los barones socialistas para afianzar su poder territorial.

En una escena interna tan convulsa e incierta, las elecciones europeas han quedado fuera de foco, a pesar de los grandes temas que hay encima de la mesa, desde el auge de la ultraderecha hasta la gestión de la inmigración. El resultado electoral europeo se leerá también en óptima interna, pero mucho de lo que hoy se decide se dirime en Bruselas y Estrasburgo.