Desde su exilio romano el destronado rey Faruk dijo en 1952 aquello de que en pocos años solo quedarían cinco reyes, el de Inglaterra y los cuatro de la baraja. Aquel mismo año Isabel II subía al trono en el que, más de seis décadas después, permanece dando visos de realidad al chascarrillo del monarca egipcio.

A punto de cumplir 90 años y sin que dé señales de pasar el testigo, la reina de Inglaterra sigue gozando de amplia popularidad entre sus súbditos. Cuando la monarquía ha atravesado momentos complicados, como el de la muerte de Diana de Gales, ha sabido adaptarse a las nuevas situaciones, aunque lo haya hecho a regañadientes, contando con la complicidad de los británicos que cierran un ojo ante los disparates y los conflictos de intereses de los royals. En todos estos años Isabel II ha visto la radical transformación del Reino Unido, desde el desmantelamiento del imperio colonial hasta la pérdida de peso del país en el mundo, una deriva que los partidarios de la salida del Reino Unido de la UE convertirán, de ganar el próximo referéndum, en un país periférico. La imagen de la reina junto a un príncipe de casi 70 años explica a un Reino Unido que camina hacia el anacronismo en vez de hacia un futuro abierto al mundo.