Tiempos de crisis en los que aquellos que visualizaron la política como un juego de emociones en el que primaba aparentar que conectaban con los sentimientos de la ciudadanía, en lugar de dar respuestas efectivas, hoy se ven desprovistos de plan de actuación y abocados al fracaso.

La actualidad requiere políticos eficaces que no solo sean conocedores de las problemáticas de sus vecinos, sino que además tengan capacidad para articular respuestas que contribuyan si no a solucionarlas, al menos a paliarlas.

Ya no sirve el discurso de esa izquierda, predecible e ineficaz, que alcanzó el poder al presentarse como parte de esa ciudadanía oprimida por un sistema que les condenaba a la precariedad laboral, a las dificultades para acceder a una vivienda...

El máximo exponente de ese perfil hoy se encuentra sentado en el Consejo de Ministros, reside en un casoplón y, eso sí, es más cívico puesto que ya no le gustan los escraches que antaño alentó, por lo menos, hasta que empezaron a hacérselos a él.

Y como Pablo Iglesias tantos otros que, a lomos de la nueva o vieja política, han dado acomodo a sus posaderas en confortables sillones, desprotegiendo las del prójimo a los que nos toca pagar sus sueldos. No hay más que ver gobiernos como el de España, o la Generalitat, inflados fruto de las necesidades de los partidos que los integran. Y es sabido por todos que a más cargos para ellos, más cargas para el resto.

No seré yo quien diga que reduciendo los gobiernos y sus cargos de confianza se arreglen los problemas que hoy sufrimos, pero sí digo que no haciéndolo estos se agravan. Nunca hubo tanta casta como la que ha surgido al amparo de PSOE, Podemos y Compromís.

*Portavoz PP Vinaròs