Cuando escribo este comentario, y a pesar de que quedan pocas horas para la segunda votación de la investidura de Pedro Sánchez, aún no se sabe qué va a pasar. Me refiero a si habrá, o no, acuerdo entre Podemos y PSOE y, en consecuencia, si existirá gobierno o nuevas elecciones. Aunque también es cierto que cuando se publique este texto será viernes y se conocerá lo que ha pasado. En todo caso, aprovecho este tiempo y espacio del sin saber para repetir que soy partidario del pacto. Creo que la avenencia tiene que ver con la voluntad popular, el bien común y el progreso. Mientras lo otro, desencuentro y elecciones, está relacionado con cabreo social, abstención, repunte de la derecha… Encima, parece que las encuestas señalan que la repetición electoral serviría de poco porque todo quedaría casi igual.

En todo caso, y sabiendo que todo pacto entraña dificultad, he de confesar que sea cual sea el desenlace lo califico de desastre. Diría que hay dos palabras que lo definen: tarde y mal. Digo tarde porque meses después de las elecciones aún no se sabe si habrá pacto o elecciones y, en caso de pacto, no se sabe de qué forma se vincularán los actores con el gobierno, que responsabilidades asumirán... Es decir, se da la imagen de improvisación, de última hora y que surge más de la presión social y del posible castigo por el no acuerdo que de la preocupación por solucionar los problemas de la ciudadanía. Pero si también he dicho mal es porque, este proceso, lejos de transmitir ilusión por las políticas y las soluciones, solo transmite diferencias, desconfianzas y ambiciones. En definitiva, no busco ni señalo culpables, de momento, pero aunque uno sea más culpable que otro, se lo tendrán que hacer mirar líderes y partidos.

*Analista político