Hacer coincidir lo que se piensa, con lo que se dice y con lo que se vota, a algunos políticos socialistas les debe resultar realmente difícil, sobre todo cuando se trata de la llamada tasa turística, que en realidad ni es tasa, ni es turística.

La semana pasada, a raíz de la visita del secretario autonómico de turismo, Francesc Colomer, a la Diputación de Alicante, tanto este como el presidente de la institución provincial alicantina, Carlos Mazón, fueron tajantes: frente común contra la tasa turística en la Comunitat.

Los argumentos fueron claros: no cuenta con el respaldo empresarial, puede ser dañino para el sector y restaría competitividad a un sector especialmente sensible en estos momentos a raíz de la amenaza de un brexit duro a corto plazo.

Tanto el socialista Colomer, como el popular Mazón mostraron sintonía respecto a la tasa turística: no creen en ella y son contrarios por criterios sociales, económicos y turísticos.

Y es importante esta sintonía, porque los socios de los socialistas en el Botànic II, tanto Compromís como Podemos, vienen reclamando la implantación de esta tasa desde mediados de la legislatura pasada. Y en la reciente campaña electoral, el actual vicepresidente Rubén Martínez Dalmau rescató el debate con una postura agresiva contra el modelo turístico de la Comunitat Valenciana. «Los únicos que están en contra de la tasa turística son los que hacen negocio con el turismo de masas», afirma Dalmau.

Por eso no deja de ser sorprendente que cuando desde el grupo popular de la Diputación presentamos el mes pasado una iniciativa para mostrar el rechazo a la tasa turística, los socialistas se negaran a apoyarla votando junto a los nacionalistas de Compromís.

De estos lo puedo entender. Piensan que la tasa es necesaria para mitigar «los efectos negativos, sociales y medioambientales» que, según ellos, «produce la presión turística». Pero que los socialistas pierdan la oportunidad, por puro prejuicio ideológico, por puro complejo, de mostrar sintonía en este tema con el principal grupo de la oposición, es del todo incongruente.

No se puede pensar que no es necesaria la tasa turística y decir que se está en contra y luego votar lo mismo que los que la quieren implantar. Y argumentar que el debate no está sobre la mesa, después de escuchar al representante de Compromís y cuando llevamos todo el verano con la misma matraca en todos los medios de comunicación, con declaraciones de miembros destacados de los socios de los socialistas en el gobierno del Botànic, es sencillamente esconder la cabeza bajo tierra.

Si no está sobre la mesa, estará debajo de la mesa, pero como dice el señor Colomer, la tasa empieza a ser una especie de maldición que nos persigue. Más valdría que los socialistas empezaran a asumirlo y no insultaran nuestra inteligencia.

*Portavoz del PP en la Diputación