Querido/a lector/a, como se vio en la crisis financiera del 2008 y en el marco de la UE, las crisis tienen muchas consecuencias, y una de ellas es que genera un déficit democrático que, en materia de inmigración, suele ser especialmente relevante.

Solo digo que en el marco de nuestro mundo, y por lo tanto me refiero a salidas de la crisis sobre la base de políticas neoliberales, muchas veces austericidas, además de pérdidas de empleo que afectan particularmente a la comunidad inmigrante por ocuparse en sectores vulnerables, también sufren otras manifestaciones que tienen que ver con la disminución del valor económico de su trabajo, el deterioro de las condiciones laborales, los recortes en las políticas de inclusión social, el endurecimiento en las condiciones para la obtención de la legalidad, los recortes del modelo de Estado que respeta los derechos humanos frente al valor absoluto de la libertad de empresa y de mercado, la aparición de las ultraderechas y la xenofobia...

Razones que expongo ahora porque, por desgracia, ya aparecen comentarios que, con otras palabras, claro, señalan que cuando desaparezca la crisis humanitaria, la pandemia, y tengamos que afrontar la crisis económica, la que transformará muchos ERTE en ERE y reducirá los puestos de trabajo y aumentará el paro, los inmigrantes, que no son españoles y son competidores, tienen que ser víctimas.

Así es que tendremos que tener en cuenta que los trabajadores inmigrantes y sus familias, legales o no, son seres humanos que están aquí y van a necesitar protección, políticas de integración y equilibrio social para que nada ni nadie les prive de derechos fundamentales. Imagino que este Gobierno lo tiene claro.

*Analista político