Hace años que nos conocemos, cuando empecé el Hablar por Hablar allá por el año 90. Yo era muy joven y no saben lo difícil que me resultaba escuchar a los oyentes sin implicarme en cada historia, sin echarme a llorar. Pero conseguí poner una distancia que me ayudara a sobrellevar las madrugadas. «Hoy soy yo la que tiene que contarles algo personal, pero no voy a poner ninguna distancia entre ustedes y yo. Después de muchos años trabajando en esta emisora, dejo la Cadena Ser, no por decisión mía. Gracias por la compañía, por el camino de estos días, la aventura continúa. La vida sigue y me voy a vivirla. Adiós a todos». Las últimas palabras de Gemma Nierga han impresionado a todo el país. La mejor sonrisa de las ondas ha sido despedida tras treinta años de éxitos radiofónicos y profesionales. Nierga es una excelente profesional y en los tiempos que corren sigue siendo incomprensible que las empresas prescindan del talento y de la experiencia. El periodismo no puede perder más.

Les escribo en domingo, un día radiante en la montaña. Morella también es bella en verano, aunque el calor del interior sea duro. Ayer recorrimos las calles que hemos vivido palmo a palmo, con la buena gente que nos acompaña, con el corazón cargado de aquel 15 de julio de 1989 donde sellamos un pacto de vida. Y también ayer se celebraban las primarias del PSPV tras semanas donde se ha jugado peligrosamente con la convivencia, la tolerancia y el respeto. Triste realidad para quienes deciden viajar con ese pesado equipaje de odio y rencores. José Saramago ya nos habló en su Ensayo sobre la ceguera de las infinitas capas del ser humano.

En mi casa siempre hemos defendido la alegría como una trinchera, como un principio, una bandera, un destino, una certeza, como un derecho. Nos lo ha enseñado Mario Benedetti y la vida misma. Lo contrario es un sinsentido. Hoy arrancamos la semana y sigo pensando en Gemma Nierga, en esa voz cálida, cercana, transparente, en su risa radiofónica, en esa profesionalidad tan necesaria. No puedo olvidar frases como «Ustedes que pueden, dialoguen, por favor», pronunciada tras el asesinato de Ernest Lluch por ETA. Ahora nos ha dejado otras frases en su despedida: «la vida sigue y me voy a vivirla», además de recordar a Carles Capdevila: «En tiempos difíciles, la actitud marca la diferencia».

*Periodista