El bulo es cabezota donde los haya. Pero hay que escribir alto y claro, leer un periódico de papel es seguro. Hacerlo en una cafetería, puro placer.

Durante el estado de alarma, el Gobierno de España incluyó los periódicos entre los servicios esenciales. E hizo bien, porque la prensa y el derecho de información es un eje esencial de un país democrático y, además, porque incluso la OMS, la Organización Mundial de la Salud, ha dejado claro que el riesgo de contagiarse tocando un diario es infinitamente insignificante. Los periódicos son estériles al virus debido a la tinta, la porosidad del papel y al proceso de impresión y producción. Así pues, compartirlos en la cafetería, en la biblioteca o en cualquier otro lugar es una acción segura.

Pero, en cambio, actualmente es difícil entrar en un bar o una cafetería y encontrar el periódico, que nos proporcionaba un momento de sosiego e intimidad, o bien que servía para provocar discusiones futboleras tan acaloradas como inocentes entre platos de callos, bocadillos y carajillos de los trabajadores que paraban para almorzar.

*Periodista y psicóloga