Se calcula que durante este verano se van a dar casi 400.000 millones de likes en las redes sociales, a paisajes o posados ideales de la muerte, pero que en el fondo no dejan de ser fotografías encaminadas al exhibicionismo, reconocimiento y popularidad alejándose, la mayoría de las veces, de la verdadera realidad.

Y todo porque hoy en día parece que la querencia o aceptación social se mida por el número de likes a las fotos que una persona suba a la red. Según los últimos estudios, casi 8 millones de españoles son adictos al móvil llegando a pasar más de 5 horas al día mirando la pantallita. Una barbaridad se mire por donde se mire pues, a pesar de que esta era está dominada por un mundo on line con muchos aspectos positivos, como facilitar la comunicación entre las personas, aumentar la inmediatez de información o el entretenimiento y la interacción social; también tiene su parte nociva, pues el descenso de la edad de inicio en este mundo (la mayoría de los jóvenes de 12 años poseen un smartphone de última generación) hace que exista una generación de adolescentes, en plena formación de su personalidad, esclava y dependiente de un like.

Y es que no se puede obviar que en esa franja de edad se está muy vulnerable a las opiniones de los demás, depositando gran parte de la confianza y de la seguridad de uno mismo en el número de «me gusta» que se reciban al contenido publicado, creando esa necesidad para estar bien y, por el contrario, aumentando la infelicidad y ansiedad en el caso de no conseguirlo.

El objetivo de esta tiranía del pose constante es demostrar que somos felices, corriendo el riesgo de vivir en un postureo constante para gustar a los demás, llegando incluso a pensar que, si una foto no triunfa, es que no son aceptados.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)