Recuerdo que hace unos años, cuando pertenecía a la Plataforma por los derechos de las trabajadoras de hogar en Castellón, conocimos a una persona, un funcionario, que había desarrollado una gran sensibilidad hacia el colectivo de las mujeres trabajadoras precarizadas y que apoyaba nuestra lucha.

Todo va tomando su lugar estos últimos días. La pasada semana nos adelantaba nuestra ministra de Igualdad que una de las medidas que tiene su ministerio como prioridad es la aprobación del Convenio 1890 de la OIT, a fin de que las trabajadoras del hogar tengan plenos derechos. Porque la sociedad española debe tener claro que las violencias machistas no solo son las que afectan a las parejas, es decir la relación afectiva entre una mujer y un hombre, sino que violencias machistas son otros tipos de violencias que sufren todas las mujeres, por ejemplo la desigualdad económica, la redistribución de la riqueza, entre otras.

Según el último informe de la Ong Oxfam Intermon, que acaba de ser publicado, la desigualdad económica está fuera de control. El trabajo de cuidados no remunerado, el que realizan las mujeres en sus hogares cuidando de sus mayores, hijos e hijas y familiares dependientes, supera los 10 billones de dólares al año en todo el mundo. Pero también, por otra parte, existe el trabajo de cuidados mal remunerado, el que realizan las trabajadoras del hogar y cuidados, en su mayoría mujeres de origen extranjero, muchas de ellas en situación administrativa irregular.

Existen diversas entidades, asociaciones, plataformas que vienen luchando por los derechos de las mujeres trabajadoras de hogar. Todas y cada una de ellas llevan años trabajando para hacer digno el sector del trabajo de hogar y de cuidados. Todas y cada una de ellas saben que el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo es necesario para los trabajadoras de hogar porque el Convenio dispone que «Todo Miembro deberá adoptar medidas para asegurar la promoción y la protección efectivas de los derechos humanos de todos los trabajadores domésticos, en conformidad con las disposiciones del presente Convenio».

ESTÁ CLARO, es una cuestión de derechos humanos. Y hay que seguir remando en esa dirección, en la que va hacia la protección y el disfrute de los derechos humanos de todas las personas, incluso de las trabajadoras de hogar migrantes. Algunas personas que me leen sabrán que hace unos días se publicaba un infame oferta laboral que buscaba una empleada del hogar en régimen de interna, que tendría dos días de descanso al mes, que debería tener experiencia en atención a personas mayores, con un salario de 500 euros al mes, además debería ser una mujer de entre 30 y 38 años, que tuviera sus papeles de residencia en regla -se daba por hecho que quien realiza este tipo de trabajos es siempre una extranjera-, no debía tener hijos, pero sí carnet de conducir y «buen carácter». Esto no puede seguir así.

Todas las trabajadoras de hogar están hoy de enhorabuena porque aquel funcionario de Castelló, aquel inspector de trabajo que se implicaba tanto con los colectivos de trabajadoras precarizadas es hoy director de Inspección de Trabajo y Seguridad Social y sabemos que las cosas van a mejorar. Todo va tomando su lugar.

*Diputada autonómica de Unides Podem en les Corts Valencianes