Querido lector:

Quería ser indulgente con el partido Ciudadanos pero es imposible. Fue el único partido que no apoyó expresamente la vía estatutaria para adecuar las inversiones del Estado a la población real de la Comunitat Valenciana en la segunda vez que el Congreso de los Diputados recibe la propuesta de reforma del Estatut con la cláusula inversora.

Ciudadanos se abstuvo cuando unos meses atrás había votado en Valencia a favor de la resolución que aprobaron Les Corts Valencianes por unanimidad de todos los grupos políticos, desde el PP a Podemos pasando por el PSOE, Compromís y el propio Ciudadanos a fin de abrir esta vía legal para mejorar la discriminatoria e histórica infrafinanciación valenciana.

Su argumento para no apoyarlo en Madrid es populista y con escasa base política. Argumentaron que ratificarse en esta propuesta es inútil, un brindis al sol, porque la cláusula no obliga al Gobierno central a destinar un mínimo inversor a la Comunitat y que por tanto no supondrá un euro más en los Presupuestos Generales del Estado para los valencianos.

Un argumento de perogrullo pero de escasa valentía, poca consideración e incluso degradante para la autonomía valenciana, que refleja un mucho de la dependencia y escasa capacitación política propia de Ciudadanos en la Comunitat respecto a su dirección nacional, obsesionada con el tema catalán (al que igualan con el valenciano), origen de su misma génesis como partido. O eso o una ignorancia política supina, que creo que también.

Desde el relato mismo de la cláusula inversora del Estatut se estipula que no es un condicionante obligatorio para el Ejecutivo. Claro. Y todos los partidos lo saben. Pero sí lo es político, moral y de justicia de todo un territorio que lo refleja en su máxima ley fundacional, el Estatuto de Autonomía. Una cuestión básica que ha facilitado la unidad política de los partidos valencianos tan diferentes entre sí en todo lo demás, en relación a este asunto.

La torpeza de Ciudadanos es monumental... y patética.