Debe ser tomado un tráiler como una verdad absoluta? Llevo un tiempo loca (y entretenidísima) con las reacciones a los tráilers de las películas más o menos esperadas. La semana pasada fue estupenda en este sentido porque coincidieron en el tiempo (con motivo de su estreno en la Comic-Con de San Diego) los de Aquaman, Glass, ¡Shazam! y Godzilla II: Rey de los monstruos.

No recuerdo tiempos mejores para esos avances. Y no me refiero tanto a su calidad (es evidente que el tráiler ha conocido épocas muy buenas y ha dado piezas de gran valor artístico) como a su repercusión, al insólito y desorbitado caso que se les hace.

COMO TANTAS COSAS, la nueva fiebre por el tráiler tiene su lado bueno y su lado malo (o no tan bueno). El bueno: la expectación, la atención, el debate. Como fan del estreno como acontecimiento me gustan el runrún en internet durante la espera, el goteo de comentarios (eso sí: polarizados y extremos) y la conversación (no la bronca) en torno a esos tráilers. Me ganan también las teorías que activan, la especulación sobre sus misterios, las lecturas minuciosas de sus imágenes en busca de pistas sobre las películas que venden. En este sentido, el análisis de estos avances ha alcanzado niveles insospechados, hasta delirantes.

Proliferan los artículos concienzudos que los desglosan, que exploran sus referencias y que, en algunos casos, parecen estudiarlos como si en vez de un avance se tratara de la película entera. Esto último me lleva al lado no tan bueno (o directamente malo).

Es esa tendencia a tomárnoslos como verdades absolutas, a decidir si las películas son buenas o malas en función de una pequeña muestra. Parece estar decidido que Aquaman será un disparate (aunque la dirija James Wan, uno de los mejores directores en activo; responsable de clásicos del terror moderno como Saw, Insidious o las dos películas de Expediente Warren) y que Godzilla II: Rey de los monstruos será una obra maestra (aunque hayamos visto poco más de dos minutos de imágenes).

En otro momento esto resultaría anecdótico, pero visto lo absurdo e injustamente en serio que los estudios se toman hoy en día el exterior en estos tiempos... ¿podría este ruido condicionar el ciclo vital y la recepción real de estas películas?

*Periodista