Hicieron creer en el mes de abril que urgía conformar un gobierno de izquierdas puesto que sólo así, según ellos, se podrían acometer las reformas necesarias para poner remedio a la desigualdad, las listas de espera en la sanidad, la precariedad laboral y tantos otros problemas que, en boca de un político de izquierdas son meras excusas para movilizar a aquellos que, cargados de buena intención, se creen las milongas de los que son más dados a explotar los problemas que a solucionarlos.

Y esa misma izquierda queda en evidencia ahora, teniendo la oportunidad de formar gobierno para tan nobles fines, y posponiéndolo para sorpresa de los que no la conocen, centrándose en el reparto de poltronas. Y es que, claro está, lo que era urgente en campaña electoral dejó de serlo cuando acabó la misma.

Porque ya se sabe, tan importante es para el PSOE decir que derogará la reforma laboral, como después no hacerlo, a la vez que se felicita por la creación de empleo. Y sí, lo que en un ciudadano normal es un derroche de cinismo, en un dirigente socialista se percibe como un acto de coherencia con la tradición de su partido que dice lo que conviene y hace lo que le interesa.

Y si a la izquierda le sumamos el componente nacionalista, nos sale un compromiso con la ineficacia cargado de demagogia provinciana.

¿Que los valencianos estamos infrafinanciados? Pues ahí aparecerá una política de Compromís con alguna camiseta que para arreglar el problema no servirá, pero sí para que algún ingenuo crea que es la que más trabaja. Eso sí, que nadie espere soluciones, porque en modo alguno condicionarán su apoyo a una investidura a la efectiva reforma de la financiación. OLTRA vez será…

*Portavoz del PP en Vinaròs