Esa frase tan extravagante de «tripodología felina» la leí, ya hace bastantes años, en la excepcional novela de Umberto Eco El péndulo de Foucault . Viene a decir, con un lenguaje desusado, culterano y no poco pedante, lo mismo que buscar los tres pies al gato. Tri (tres) podología (estudio de los pies) y felina (el género de los mininos). Y viene bien, porque precisamente la locución viene a significar algo así como pretender averiguar lo imposible. Lo chocante es que en su origen el dicho era: «Buscarle cinco pies al gato». De hecho, de este modo aparece recogido en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas , publicado en 1627 y en el Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias de 1611. La frase así tiene más lógica, puesto que el gato, como es sabido, no tiene tres patas sino cuatro y contando el rabo, cinco. Con lo cual hay que darle la razón al paremiólogo José Mª Iribarren , cuando lo califica de dicho corrompido.

En efecto, llevando la contraria, Cervantes acierta al referir la locución, solo con tres pies del miau miau en su Don Quijote de la Mancha . Pues es entonces cuando en el absurdo, alcanza su legítimo sentido de rebuscar lo inasequible. En el capítulo 22, en que se narra la aventura de los galeotes con Ginés de Pasamonte, el comisario que conduce la cuerda de presos, refiere al Ingenioso hidalgo:

--Váyase vuestra merced, señor, norabuena su camino adelante y enderécese ese bacín que trae en la cabeza y no ande buscando tres pies al gato.

--¡Vos sois el gato y el rato y el bellaco! —respondió don Quijote.

Sin duda el manco de Lepanto acertó de pleno con la sentencia, pues así quedó per in saecula . H

*Cronista oficial de Castelló