Lo avisó repetidamente durante la campaña electoral, lo ha seguido diciendo desde su llegada a la Casa Blanca a principios de año y, diez meses después Donald Trump anuncia que el acuerdo nuclear con Irán «no va en el interés nacional de EEUU», de modo que no va a certificarlo aunque de momento no lo rompe. Entierra así el multilateralismo de la política exterior de su país, ignora a los principales aliados europeos que contribuyeron a alcanzar el pacto histórico y crea una mayor tensión en Oriente Próximo por los efectos desestabilizadores que va a tener la renuncia anunciada.

Como recordó Federica Mogherini, responsable de la política exterior de la Unión Europea, el acuerdo con Irán no es una cuestión interna estadounidense. El pacto alcanzado en julio del 2015 fue negociado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, además de Alemania y la UE. Se puso en práctica en enero del año siguiente. A cambio de que Irán detuviera su programa nuclear con fines militares pudiendo seguir utilizando dicha energía para usos civiles, la comunidad occidental levantaba las sanciones impuestas a Teherán con grave perjuicio para su economía, al tratarse de uno de los principales países productores de petróleo, al que se le cerraban los mercados.

Las inspecciones que se han realizado sobre el cumplimiento del acuerdo han certificado su correcta ejecución. El pacto no es el mejor acuerdo del mundo, pero fue suscrito en un momento en que existía la amenaza de una guerra. En todo caso, el acuerdo podría ser mejorado en pro de una mayor seguridad para todos, pero esto va a resultar más que difícil. La nueva estrategia de Washington sobre Irán -que cuenta con el apoyo de Israel y de Arabia Saudí- va acompañada de una retórica agresiva y amenazante hacia el régimen de Teherán, en una línea parecida a la que Trump usa para referirse a Corea del Norte.

La decisión sobre Irán se suma a otra adoptada escasamente 24 horas antes: el abandono de la Unesco, la agencia de la ONU para la educación, la ciencia y la cultura, medida que fue imitada por Israel. Trump está llevando a EEUU al aislacionismo y a un aventurismo que puede tener gravísimas consecuencias cuando el mundo necesita mucha colaboración para afrontar los desafíos comunes. Pieza a pieza, Trump va deshaciendo todo cuanto dejó su antecesor, Barack Obama.