Dicen que la historia se repite. No lo sé. Lo que sí sé es que muchas de las noticias que nos escandalizan, sí. Es decir, que ante un despropósito muchos ponemos el grito en el cielo, pero las reglas que lo han hecho posible siguen intactas.

Cuando las indemnizaciones por el caso Castor todavía queman y sirven de argumentario parlamentario; cuando algunos aún recordamos el rescate de las autopistas radiales de Madrid, acabamos de saber que el Gobierno español y el francés indemnizarán a la constructora que en su día hizo el túnel de El Pertús, ya que hoy está en riesgo de quiebra. Por si algún incauto aún no sabe de qué va esto, se lo resumo. En la construcción de obras públicas e infraestructuras, los grandes parecen trabajar sin riesgo. La Administración de turno abre un concurso. El presupuesto inicial suele ser ajustado y competitivo, pero una vez adjudicado el proyecto surgen las desviaciones, que siempre pagan… los contribuyentes. Nosotros. Y además, están las cláusulas. Si no hay suficiente tráfico en una autopista, pagamos nosotros; si la empresa puede quebrar porque el negocio no funciona, al parecer también.

La cosa se ha sofisticado en los últimos tiempos, y si antes las infraestructuras realizadas tenían un propósito social inmediato, ya que solucionaban un problema que la ciudadanía reclamaba, ahora hablamos de autopistas radiales sin ningún tráfico, o de plataformas perforadoras adjudicadas sin consenso ni balance de riesgos para la población. ¿Por qué actúan así nuestros políticos? Un misterio.

Si no pagas por algo es que el producto eres tú. Es una frase manida y reveladora a la vez, que hoy explica por qué tener una cuenta de e-mail o bajarte determinadas aplicaciones no cuesta dinero: ellos se quedan con tus datos. Tú formas parte de ellos… y a cambio ellos te dan un juguete. Si va bien, ellos se llevan su beneficio. Si va mal, solo pagamos nosotros. La bolsa de las pensiones languidece. La sanidad está en el punto de mira. Desilusión y descreimiento por las falsas promesas. Elecciones sin resultados para la gente. El riesgo del hartazgo total parece que sus señorías creen que no existe. Y ahora esto. Sin actividad. En quiebra. Ya nos han hecho el túnel en el que estamos. H