El interior de Castellón tiene un gran atractivo para los numerosos visitantes que se acercan a nuestras comarcas en fechas tan señalas como ahora en Semana Santa. Esto no es algo nuevo, ya que la geografía provincial cuenta con un patrimonio natural, histórico, arquitectónico e incluso gastronómico que le hacen acreedora de los tesoros más buscados por el turismo que llega a estas tierras. El preciado sol y playa que desde siempre ha servido de imán para atraer visitantes hasta nuestra zona litoral, se complementa a la perfección con los atractivos del interior que ahora, gracias a la red de casas rurales y otros alojamientos, están consiguiendo colgar el cartel de «completo» en muchas zonas de las comarcas interiores de la provincia.

Estamos pues ante una fórmula económica y profesionalizada que, con el correspondiente apoyo institucional, bien podría suponer un acicate para que el éxodo continuado que sufren los pueblos del interior se frene y permita a sus gentes seguir viviendo en esas tierras que les vieron nacer. El tan cacareado problema del despoblamiento no se soluciona con solo buenas palabras y promesas. Son imprescindibles planes y programas serios y que tengan después plasmación sobre el terreno para que los emprendedores que pretendan poner en marcha un negocio o empleo encuentren el consiguiente respaldo que les facilite la labor y les asegure un futuro. Y todo esto se consigue dotando al interior de mejores servicios, de comodidades que generen seguridad y plan de futuro para que las gentes y generaciones venideras no tengan que huir de sus pueblos por falta de medios. El turismo bien puede ser esa vía de acción ante el despoblamiento, pero deberá estar acompañado de otras realidades que demandan las gentes de las zonas rurales de Castellón.