El tiempo libre, aquel que nos resta una vez cumplidas las obligaciones laborales, es cada día un valor más codiciado y apreciado y, como es un bien escaso, procuramos sacarle el mayor y mejor provecho.

Buscamos algo diferente, que nos sirva de descanso físico y mental, y a ello dedicamos una parte importante del fruto del trabajo, y por ello exigimos más y mejor dentro de la oferta de la que hoy disponemos.

El hacer turismo ha dejado de ser para muchos algo estacional limitado al periodo estival. Una buena oferta es lo que atrae al turista, y Benicarló puede y debe ofrecer un turismo diferenciado y de calidad. Diferenciado, ofreciendo valores y recursos distintos. Y de calidad, porque el modelo clásico basado en la cantidad perjudica tanto al propio turista como al residente.

La gastronomía, la cultura, el deporte, la naturaleza o las fiestas son algunos de los activos que deben sustentar nuestro atractivo diferenciado y de calidad. Y dichos valores son los que deben formarse, fomentarse y promocionarse.

Formación, para aprender a ser mejores y más competitivos, y conscientes de nuestras limitaciones.

Fomento, para que llegue a constituir una verdadera prioridad, con la inversión pública necesaria.

Promoción, para llegar más rápido, más lejos y mejor.

Solo así el turista será también diferente, primando su calidad sobre su cantidad. Los recientes brotes de turismofobia se están produciendo al socaire de un turismo no diferenciado ni de calidad, sino de oportunidad y masificado, que perjudica los derechos de los residentes.

Este rechazo viral, no estando justificado ni por sus formas ni por sus modos, sí pone de relieve una fuerte crítica a algunos modelos turísticos, que deberán ser objeto de análisis por los expertos.

*Portavoz del PP en Benicarló