Holanda es la primera cita electoral del año en una Europa que vive impávida el ascenso del populismo y de una extrema derecha desacomplejada que, sin haber ganado elecciones y menos aún, haber alcanzado el poder, ha conseguido escorar hacia sus postulados los programas de los demás partidos, sean conservadores o socialdemócratas. Las elecciones de aquel país darán este miércoles la medida de aquella amenaza a la convivencia y su resultado tendrá repercusiones en el resto de Europa, principalmente en los países que votan este año. Francia y Alemania, y quizá Italia. El populismo tiene una base común hecha de xenofobia, nacionalismo y anti-europeísmo. El holandés tiene una característica propia, la islamofobia. No es que en otros lugares no exista, pero en el partido que lidera Geert Wilders, el odio al islam es su razón de ser. En su programa promete prohibir el Corán y cerrar todas las mezquitas.

Concurren a estas elecciones 28 partidos políticos, algunos de ellos, de nuevo cuño. Esta fragmentación, fruto de la crisis de la política y económica general, solo beneficia a los populistas. El retroceso de los partidos tradicionales, democristianos y socialistas, es muy acusado según todos los sondeos, mientras crecen los situados en los extremos, en este caso el Partido de la Libertad (PVV) de Wilders, y los verdes. Sin embargo, el humor de los holandeses está por ver. El líder islamófobo ha tenido que rebajar el tono antieuropeo de su campaña al constatar que muchos votantes lo rechazaban y no estaban dispuestos ni a abandonar la UE ni a emprender una guerra con la institución europea. Sea cual sea el resultado, la gran fragmentación política no augura una fácil formación de Gobierno en un momento en que más que nunca es necesaria la solidez de las instituciones.

En las últimas horas, en plena campaña ha aparecido un factor que puede tener consecuencias favorables para el partido de Wilders. Es la crisis turco-holandesa desatada por la prohibición del Gobierno de La Haya de permitir el aterrizaje del avión de un ministro turco para asistir a un mitin a favor de la reforma constitucional promovida a mayor gloria del presidente de Erdogan quien se ha apresurado a amenazar a Holanda. Este miércoles los holandeses votarán y el resto de europeos contendremos el aliento.