El rey Felipe VI recibe entre hoy y mañana a los representantes de los grupos parlamentarios para ver si encarga de nuevo a Pedro Sánchez la formación de gobierno tras someterse por segunda vez a la investidura. Salvo sorpresa mayúscula, todo indica que eso no será posible -Sánchez ya ha dicho que no irá a la investidura sin un acuerdo previo- y que las Cortes se disolverán el día 23 para celebrarse nuevas elecciones el 10 de noviembre.

Desde que el jueves hablaron por última vez Sánchez y Pablo Iglesias, conversación en la que el líder de Unidas Podemos (UP) ofreció una coalición a prueba de un año, rechazada inmediatamente por el presidente en funciones, nada se ha movido. Algunos barones socialistas han propuesto a Sánchez que ofrezca a UP un acuerdo programático con la promesa de una posterior coalición si las cosas funcionan, pero el líder del PSOE no acepta esta idea. Fuentes socialistas sugieren que puede haber una última oferta del Gobierno antes del mañana, pero se trataría más de evitar la impresión de que Sánchez es el culpable del bloqueo que de una propuesta real.

Desde las elecciones del 28-A han transcurrido cuatro meses y medio en los que tanto el PSOE como UP creían que la otra parte jugaba de farol y que al final los dos líderes cederían para alcanzar un acuerdo. Ahora se comprueba que nadie ha cedido desde que en julio UP rechazó una vicepresidencia y tres ministerios, y que las cuartas elecciones en cuatro años están más cerca que nunca. Y, sin embargo, las amenazas que se ciernen sobre España y la incertidumbre que lleva consigo otra convocatoria electoral deberían bastar para hacer un último esfuerzo. Un probable brexit duro, las reacciones a la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés y los efectos de una posible nueva crisis económica solo deberían acometerse con un Gobierno en pleno funcionamiento y no en funciones o con una campaña electoral de por medio. Además, pese a lo que digan las encuestas, no está nada claro quién saldría beneficiado o perjudicado por las nuevas elecciones. Los sondeos del CIS, más allá de la intención de voto, recogen también la desafección hacia la política, que podría traducirse en un voto de castigo a quienes los votantes consideren culpables del bloqueo político: puede ser la derecha del PP y Ciudadanos, pero también el PSOE y UP. Si han de repetirse las elecciones se tratará de un fracaso colectivo que aún PSOE y UP deberían intentar, en los dos días que quedan, que no se produzca.