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En esta Europa desconcertada, la última dosis diaria de sorpresa la ha repartido el Tribunal Constitucional de Austria al ordenar la repetición de las recientes elecciones presidenciales, que perdió la ultraderecha del Partido por la Libertad (FPÖ) por 30.000 votos y ganó el candidato de los Verdes, que aglutinó el voto del centroizquierda y la izquierda. La sentencia no cuestiona la legitimidad del vencedor. No ha detectado fraude ni manipulación, sino que condena irregularidades de procedimiento, como empezar el recuento antes de tiempo. Aquel resultado ajustado fotografió un país partido en dos. La sentencia ahora ahondará esta división,. Y confirma el éxito de la estrategia del xenófobo FPÖ de ir a por todas para cuestionar las instituciones.

El resultado de las nuevas elecciones, que se celebrarán en otoño, es una gran incógnita dado que ahora habrá un nuevo factor que tendrá una gran influencia: el resultado favorable al brexit en el Reino Unido. En ambos países, la ultraderecha antieuropeísta ha basado sus respectivas campañas en azuzar el miedo a la inmigración. La repetición de los comicios dirá si la extrema derecha austriaca quiere seguir el mismo camino del Reino Unido de abandonar la UE o si lo ocurrido en las islas habrá amedrentado a los votantes.