De tanto en tanto, alguna obra en el casco histórico de la ciudad saca a la luz restos de otras épocas que permanecían ocultos en el subsuelo. Ahora han sido los trabajos del TRAM los que, en la plaza Cardona Vives, han puesto al descubierto un resto de la muralla medieval.

Y conocido, como es, el trazado del viejo dispositivo amurallado, el hallazgo de este corto tramo de la base del muro era previsible. Unas murallas que durante siglos fueron fundamentales para la villa y de las que en 1404 se decía que “com per experiència sie mostrat que és maestra en moltes e diverses parts en aquest Regne, que per los murs e valls les ciutats e viles són restaurades e defeses de subjugació de la força de l’enemich de aquelles. E per ço los bons regidors no deuen haver més cura de altres coses que de tenir en condret e de fer reparar e adobar los murs e valls, com per aquells en cars de necessitat les persones e bens són restaurats e guardats”.

Esta reflexión que se hacían los miembros del consell municipal en el siglo XV aproxima a la gran importancia que tenía la muralla, que no sólo era un elemento defensivo sino también un hito político, jurídico y espiritual. Porque por sus portales entraban quienes eran aceptados por la villa, o salían aquellas personas que eran rechazadas.

Era el dentro y el fuera de un mundo urbano rodeado por lienzos, torres y puertas. Derruidas por necesidad a finales del XVIII como consecuencia del desarrollo urbano y demográfico de Castellón, este pequeño ejemplo de muralla ahora descubierto no solo revive su existencia en otro tiempo sino también su funcionalidad y amplio significado. H