Los valores que nos definen son aquellos que defendemos. Somos los acentos de luz que ponemos en aquello en lo que creemos. La victoria de Pablo Casado en el Congreso extraordinario del Partido Popular del pasado fin de semana supone la recuperación de ideas y el fin de ciclo de una cierta --y en ocasiones cómoda-- neutralidad ideológica que anidaba sobre nuestro partido.

En los últimos años se ha producido un cambio social que exigía renovadas formas y lenguaje. Ahora los hombres y mujeres del PP debemos recuperar la mayoría social que apoyaba nuestro proyecto político; debemos recuperar el poder de fascinar, de seducir al electorado, porque evidentemente, la honradez, la humildad, el trabajo y la cercanía, se presuponen.

Pablo Casado ha sabido entender ese mensaje y su intervención memorable del pasado sábado así lo acredita: es la hora de las ideas. Es muy difícil recuperar la mayoría social si no somos capaces de defender y transmitir qué es lo que pensamos sobre las grandes cuestiones. La pérdida de tensión ideológica acaba estimulando a la izquierda y le deja espacio libre para el combate de las ideas. Y ese combate debe hacerse desde la unidad. El Partido Popular no es un partido monolítico, no tiene una única voz, ni un pensamiento único. Pero el congreso del fin de semana nos ha brindado la oportunidad de encarar la regeneración y renovación que demandaba tanto la sociedad, como las bases de un partido, que no hay que olvidar, es la organización política con más afiliados de España.

Pero la regeneración es algo más que un cambio de caras. La corrupción ha sido clave para entender la pérdida de apoyo de estos últimos años. Pero también la desilusión creada en el electorado ante el incumplimiento de algunos compromisos electorales que especialmente afectaban a nuestros votantes tradicionales: subidas de impuestos e inadecuada respuesta al desafío catalán habían influido negativamente en la desafección generada.

No ser firme ante la corrupción es insoportable para una sociedad duramente golpeada por la crisis. Abdicar de tus ideas provoca una pérdida de identidad y una falta de identificación con tu electorado que o bien busca nuevos referentes o se queda en casa el día de las elecciones.

El reto ahora con nuestro nuevo presidente es recuperar de nuevo el lenguaje que nos identifica y los valores que nos definen. El proceso de primarias ha sido todo un éxito (ocasión habrá de pulir defectos) que se enmarca en estos nuevos tiempos. Este es el inicio del camino; un camino que hemos de recorrer juntos desde la unidad y desde la pluralidad. Desde la convicción de pertenecer a un proyecto sólido pero flexible. Desde el convencimiento de defender convicciones arraigadas en el corpus social de los españoles. Desde una diversidad de opiniones.

Pero sobre todo desde la lealtad, inseparable compañera de la unidad que todos debemos --tanto los que votaron a Soraya, como los que votaron a Pablo-- al presidente de un partido que debe recuperar el espíritu de su refundación de 1990 y aspirar a integrar a todo lo que está a la derecha del PSOE. Casado dijo el sábado: «si yo gano, nadie pierde». Efectivamente todos ganamos; gana el PP y gana España.

*Vicepresidente de la Diputación