La problemática de la despoblación rural es una de las mayores lacras que sufren los territorios rurales de toda España y Castellón, en este caso, no es ninguna excepción. De los 8.125 pueblos que existen en nuestro país, 4.955 tienen menos de 1.000 habitantes, según los últimos datos publicados por el INE. Eso significa que más de la mitad de los municipios rurales se encuentra actualmente en riesgo de desaparecer, una situación que resulta a todas luces insostenible a largo plazo. En Castellón contamos con hasta 65 municipios que cuentan con menos de 500 habitantes, lo cual es muy preocupante, porque además es una tendencia que va en ascenso con el paso de los años.

Ante tan preocupante situación, son varias las voces que se han alzado con el objetivo de buscar soluciones y tratar de revertir esa dramática situación que vive el medio rural, que a la postre representa el 80% del territorio nacional. Meses atrás en la Conferencia de Presidentes se aprobó un acuerdo sobre la estrategia nacional frente al reto demográfico. La delicada situación en la que se encuentra el medio rural por culpa de la despoblación está ocupando cada vez un mayor espacio en el diseño de las políticas rurales del futuro, por tratarse de una problemática que afecta de forma dramática a los territorios rurales de España y del resto de la Unión Europea, pero no es suficiente. Debe ocupar un lugar permanente en la agenda política y, por desgracia, no sucede.

Valga como ejemplo el Foro contra la despoblación rural organizado la pasada semana por la Diputación. Allí quedó bien claro que urgen planes de choque para repoblar un interior envejecido, y en ello se quieren involucrar al máximo tanto la institución provincial como el gobierno autonómico. Algo que no debe quedar en palabras.

Es necesaria la colaboración público-privada para crear puestos de trabajo; implantar ventajas fiscales; diversificar la economía del interior; bonificar a estos pueblos; o impedir que los colegios sigan cerrando sus puertas.