Tengo un amigo de infancia que vive fuera y que nunca ha estado muy interesado por la política. Ahora lee estos artículos y las entradas de Facebook (el lado bueno de las redes sociales) desde la distancia y me da su opinión. Me parece interesante la opinión de alguien que no es un seguidor acérrimo de la actualidad política, que me conoce de antes de subirme a esta montaña rusa de vida que es la política municipal y que desde la distancia ve las cosas con otro prisma. Hace unas semanas me escribió un whatsapp donde me decía: «Ahora uno de mi utopía política, que alguien pueda decir del otro que ha hecho algo bien». Le dije que me lo pensaba. Me parecía buena idea en este clima de crispación constante en precampaña. Y en eso he estado las últimas semanas, en pensar qué hemos hecho bien los distintos grupos municipales.

Me permitirán que pase de puntillas por aquello que, a mi entender, hemos hecho bien el grupo socialista y Compromís. Lo haré porqué creo que cada semana pongo en valor las acciones de este gobierno: mejoras en transporte público, en escuelas, en fiscalidad o en vida cultural, entre otras, son más que evidentes y sirven para cumplir el expediente en este examen que mi amigo me ha puesto.

Si hablamos de Castelló en Moviment, creo que su eterna insistencia en ir siempre un poco más allá de donde llegamos el gobierno, su preocupación por vivienda y medio ambiente, la priorización de políticas de participación y en pro de los más vulnerables han servido para dar a luz el Bono Activa’t, la semilla del Parc Agrari o el Pla Barris entre otros. Han demostrado, aunque no siempre, sensatez institucional y, personalmente, creo que es una pena que no entraran en el gobierno.

De Ciudadanos me quedo con las propuestas de la primera mitad de legislatura. No se me ocurre mejor comparación que la que utilizó Enric Nomdedéu: «Ciudadanos és com la iaia que dóna bons consells, benintencionats però en un món paral·lel». Propusieron aumentar las partidas en políticas de empleo, la adecuación de valores catastrales, acciones de bienestar social o la preocupación por las convocatorias de fondos europeos. Lástima que esa actitud solo haya durado un par de años y hayan pasado de centristas a escorarse hacia Vox, de modernos a abrazar leyes de la década de los 80 y de europeos a crear cordones sanitarios con la izquierda y no con la extrema derecha como se hace en Europa.

Seguro que no les extraña que del grupo popular me haya costado más. De hecho, he estado a punto de explicarle a mi amigo que no he encontrado lo que me pedía. Su oposición catastrofista, irresponsable y basada en polémicas fabricadas como la de Escola Canta desde la demagogia, cuando no la mentira intentándonos engañar como a un chino, no me ayudaba. He estado tentado de decir, y no mentiría, que me parecen buenas ideas remodelar la Panderola o ampliar los horarios de bus en días festivos, pero es que son medidas que ya están en marcha. Cuando ya iba a tirar la toalla, he encontrado unas declaraciones de Javier Moliner en las que pedía «respeto» en el caso Subdelegación. Y creo que con eso, cumplo sobradamente las expectativas de mi amigo y las mías propias.

*Portaveu del Grup Socialista a l’Ajuntament de Castelló