El pasado 14 de marzo en el pleno de la Diputación aprobamos una moción del grupo popular para solicitar la liberación de Leopoldo López y el resto de presos políticos en Venezuela.

A algunos grupos la moción les pilló por sorpresa. Pensaban que esta moción era fruto de los argumentarios de Madrid. Lo piensan desde el absoluto desconocimiento, porque no tenían ni idea de una realidad: Hay mil venezolanos que viven en nuestra provincia y que han tenido que huir de su país en un clima de represión, de emprobrecimiento y de miseria.

Dice el artículo 9 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que «nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado». El sábado 11 de febrero tuve ocasión de hablar y emocionarme con el padre de Leopoldo López, el político venezolano encarcelado hace ahora tres años por el régimen chavista, que me pedía entre lágrimas que nunca dejáramos de luchar por la libertad.

Su hijo está acusado de una supuesta inducción a la violencia durante una manifestación contra el régimen y condenado en una pantomima de juicio que haría sonrojar al más pintado. El pasado 18 de febrero se cumplieron tres años de su encarcelamiento.

Cuando pedimos la liberación de Leopoldo López y de los más de ciento cincuenta venezolanos encarcelados en Venezuela, lo hacemos en nombre de esos mil venezolanos que han tenido que huir de su país y viven en Castellón.

Los demócratas somos lo que defendemos. Somos los acentos de luz que ponemos en aquello en lo que creemos. En política nos definen tanto nuestros amigos como nuestros enemigos. Hacer política es, entre otras cosas, explicar a favor y en contra de qué estamos y por qué.

Castelló sense moviment, está anclado en el pasado, en el izquierdismo más carpetovetónico. Llegar a pensar que los mil venezolanos que están en Castellón pertenecen a grupos de interés económico es sencillamente de aurora boreal. Solo hace falta mirarles a los ojos para descubrir que eso no es así.

Pero es que el mismo día que aprobamos la moción, el comisario político de la marca blanca de Podemos en el Ayuntamiento de Castellón calificó en un artículo a Leopoldo López de delincuente y golpista. Nada nuevo. Es el mismo que calificó de «preso político» a Arnaldo Otegi ahora hace un año. No cabe más miseria moral.

Cuando la Fundación CEPS en Valencia, a la que pertenecen políticos de Podemos y Compromís, recibe ocho millones de euros de Chaves; ¿eso son o no son intereses económicos? El dinero que Podemos recibe de la teocracia iraní o de la tiranía bolivariana, ¿son o no son intereses económicos?

Estamos defendiendo a personas con caras y ojos que han tenido que huir de su casa por el terror y por la situación de miseria en que se encuentra Venezuela. Y ahora los acogemos en Castellón y hemos de darles una solución frente a la tiranía y la opresión no caben silencios cómplices.

*Vicepresidente de la Diputación