El panorama político es muy incierto. Puede que Podemos intente reabrir las negociaciones, pero su posición de fuerza ha bajado en gran medida tras la investidura fallida. Pedro Sánchez no se someterá de nuevo a la investidura si no tiene garantías.

Las negociaciones se han limitado al papel que cada uno de los partidos debía jugar en el gobierno obviando que un gobierno de coalición no es un reino de taifas en el que cada partido decide al margen del otro. En dos meses hay margen para recomponer la desconfianza y negociar el contenido sustantivo del acuerdo, más allá del reparto de cargos, si se quiere evitar nuevas elecciones.

En los próximos 50 días, el Rey presentará nuevas candidaturas a la presidencia del Gobierno, si considera que estas pueden prosperar. Con el actual reparto de escaños en el Congreso, parece que el único capaz de sacar adelante una votación positiva, por mayoría simple, es el presidente en funciones.

El Rey debería esperar a que el candidato pudiera presentar al debate de investidura un programa de Gobierno mínimamente trabado con sus potenciales socios de gobierno o legislatura. A pesar de que Sánchez haya presentado esta investidura a modo de ultimátum, el presidente tiene incentivos para tomar la iniciativa de nuevo durante los dos próximos meses. Es en ese momento cuando podría materializarse el apoyo de Unidas Podemos, quienes, temerosos de una repetición electoral, desatascarían la investidura (Esquerra mediante) con el fin de ganar tiempo antes de unas elecciones.

La fragmentación política está aquí y en toda Europa para quedarse. Es necesario que las élites políticas y los votantes lo asuman.

*Secretaría Área de Políticas Sociales y LGTBI PSPV-PSOE Castellón