Mucho me he esforzado desde que empezó la decadencia del régimen del PP, que ha gobernado 20 años nuestra tierra, por entender algo. La mayor deuda y paro de la historia, la desaparición del sistema financiero, el saqueo del dinero público, en una tierra con talento, recursos y personas emprendedoras, era difícil de entender. Parece difícil hacerlo peor, ni aposta. Muchas explicaciones me venían a la cabeza, pues el ser humano, que es capaz de cosas maravillosas, puede ser perverso cuando se eliminan los límites y se dejan la moral y los valores enterrados.

La pasada semana, hemos vivido uno de los capítulos más esperpénticos de los últimos tiempos, y eso que nuestra capacidad de asombro con el PP siempre se supera. Tras la investigación policial, incluso con el reconocimiento por parte de compañeros de Rita Barberá y Francisco Camps de prácticas corruptas, volvemos al protocolo de siempre: todo es mentira, soy inocente; todo es una operación contra mí, no sabía nada; y al final, cuando las evidencias adquieren dimensiones insospechadas, la culpa es de… menos de ellos.

Pero les tengo que decir que llegué incluso a empatizar con Barberá, cuando vi una manifestación bajo su casa y a una mujer escondida tras un estor, encerrada durante días. Firme defensor del Estado de Derecho, mi interior no podía tolerar que alguien se encontrara en esta situación fruto de la persecución social. Sin embargo, la aparición de Camps y Barberá ante los medios con esa actitud desafiante y prepotente, me ha hecho entender muchas cosas. Aparecer ambos, que han tenido el privilegio de vivir durante años de los impuestos de todos como víctimas de la sociedad que debe agradecer su trabajo, sentir lástima de su supuesta paupérrima situación y dando lecciones de moral resulta indecente.

Sin entrar a otras consideraciones, alguien que voluntariamente decide servir a los demás, cobrando 10 o 15 veces el salario mínimo y viajando en coche oficial, debería caerle la cara de vergüenza con un 30% de pobreza y exclusión que su gestión y la de su partido ha ayudado a crear, al decir que no tiene nada, que vive como puede. Si fuera verdad, que lo dudo, les inhabilitaría más. ¿En qué manos hemos dejado el futuro de nuestra comunidad estos años? ¿Cómo van a administrar lo de todos cuando no saben administrar lo suyo?

Si les queda algo de humanidad, hagan el favor de no insultar más nuestra inteligencia. Necesitamos mirar al futuro, olvidarnos de ustedes, que ya rendirán cuentas ante la justicia, si es el caso. Mejor que se escondan tras el visillo, pues verles, entre otras cosas, nos produce vergüenza ajena. H

*Alcalde de Vila-real