Comienza la carrera electoral y las cartas están sobre la mesa. Una de las bazas más importantes que tenía la señora Susana Marqués para defender su pobre gestión era la reducción a cero de la deuda del consistorio. Una deuda que, una y otra vez, la alcaldesa de Benicàssim atribuye al gobierno progresista 2007-2011. La deuda pública ha sido una herramienta para acometer inversiones, con la esperanza que estas funcionen y generen riqueza. Según un informe de Tesorería, la deuda municipal en el 2011 ascendía a 16.734.224 euros. Una cantidad considerable, pero no mayor en porcentaje a municipios de similares características. Su evolución es curiosa. Desde el año 2000 hasta el 2007, esta se disparó de 7.961.898 en el 2000 a 15.939.621, casi el doble, y corresponde a los años de gobierno ARB-PP, con el señor Carlos Díaz (1999-2003) y la señora Marqués en el consistorio (2003-2007). Deuda disparada, gasto constante, resultados ínfimos.

Ahora, con la poca vergüenza por bandera, intentan colar como un éxito propio la reducción del déficit que, «gracias» a la ley Montoro (de obligado cumplimiento), ha estabilizado el 90% de los municipios españoles. Olvidan así a los auténticos héroes: los vecinos/as de Benicàssim, que han pagado un IBI de escándalo en los últimos 7 años. Desde Compromís siempre apostamos por la reducción paulatina de la deuda, sin olvidar que un pueblo turístico necesita inversión y mejoras. Unas inversiones que han brillado por su ausencia y que, además, han generado pufos y vergüenzas como el CEAM y Villa Elisa, por los cuales Marqués no movió ni un dedo, y ha sido el Consell (y los concejales de Compromís per Benicàssim desde la oposición) los que han conseguido que estas inversiones se finalicen. PP-ARB nos intentan vender un modelo deficitario y con los mismos protagonistas que ya fracasaron. Si te vuelven a engañar, háztelo mirar.

*Portavoz adjunto de Compromís a la Diputación de Castellón