Siempre he considerado el victimismo como una postura difícil de entender salvo en casos en los que la opresión y la negación absoluta de los derechos civiles estén adecuadamente justificados. Utilizarlo como arma arrojadiza y excusa garante de una actitud que apoye una serie de hechos que, según se ha visto en Cataluña, va en contra de los intereses de una mayoría de catalanes quienes, hasta hace poco, se ha mantenido en silencio y últimamente ha salido a la calle para demostrar su apoyo a la unidad nacional, me parece inaceptable. No se puede comparar a la Cataluña de hoy con la de la postguerra. Nada que ver. Sin embargo la reivindicación de un supuesto derecho a reclamar la independencia de forma unilateral ha sido inculcado en la juventud catalana de forma vírica que se ha transformado en un movimiento reivindicativo sin base legal y apoyándose en unos valores que, si lo analizamos bien, están presentes en todas las comunidades que conforman España. Una vez más, repito que el independentismo, en el mundo de hoy, no tiene justificación cuando en Europa se han desarrollado políticas de unionismo, basadas en un marco legal donde el libre albedrío no cabe. Por otra parte y en lo que a la reforma de la Constitución se refiere, pienso que con inteligencia y consenso se puede hacer una actualización en base a las características que presenta la sociedad española en nuestros días.

Modificación de ciertos artículos existentes y la inclusión de otros nuevos que hagan desaparecer lagunas no contempladas. Europa mira expectante los resultados de unas elecciones que darán pie a la formación de un nuevo gobierno autónomo catalán. Esta semana Theresa May ha reafirmado su apoyo, en nombre de Gran Bretaña, al Gobierno español.

*PSPV-PSOE de Castellón