Tu segunda residencia, una vivienda para alquilar o tu propio domicilio habitual del que te ausentas unos días, por trabajo o vacaciones. Vuelves a tu casa y no puedes entrar, ¿qué pasa? La han ocupado.

Empieza tu calvario. Los ocupas infringen o quebrantan la ley, es decir, la violan y también violan el derecho a la propiedad privada que recoge el art. 33 de la Constitución Española y el art. 17 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que es una de las bases de nuestra sociedad y de toda democracia. Y lo peor de esta violación, como de todas, es aquello en lo que afecta a las personas. La sensación de impotencia en quien la sufre, que ve cómo sus derechos, la ley y el sentido común, todo es arrasado. Le invade la rabia, la amargura, la humillación, la desesperación y el dolor, que le van a acompañar durante mucho tiempo.

En el otro lado la sensación en quien la perpetra es de impunidad, se ríe de las personas que la sufren, de la policía y de la sociedad toda, va contra un sistema que sí usa cuando le conviene, hipócritas desalmados con poca vergüenza y mucha mala leche. Violación que se produce en España más de 40 veces diarias, existiendo aproximadamente 100.000 viviendas ocupadas, creciendo exponencialmente, y más ante la ruina económica que se nos viene encima. Como vemos, un gravísimo problema que se suma a los muchos que tenemos y que se debería solucionar rápidamente. Tiene fácil solución si hubiera voluntad política, que no parece existir en el actual gobierno socialcomunista que en esto como en trabajo, salud, economía, educación, etc., en vez de arreglar problemas, los incrementa con ideologías demagógicas desfasadas y propaganda ilimitada. Incluso alguno de sus miembros está a favor de esta barbaridad.

Un paso más es el de las mafias profesionales que habitualmente unen esta actividad a otras del mismo cariz como el tráfico de drogas y de personas o la prostitución y que dada la impunidad con la que se puede actuar, han hecho de esta, otra rama de su imperio mafioso. Otro nuevo negocio que curiosamente estando al margen de la ley no les va a suponer ninguna pena, así que ocupan y alquilan a terceros o piden rescate a los propietarios legítimos que por desgracia tienen que pagar si no quieren empantanarse en interminables procesos judiciales. Cometen extorsión, usurpación, estafa y pertenencia a organización criminal; da igual, no les pasará nada, son auténticos profesionales reincidentes. Saben cómo invadir la casa, cambiar cerraduras y mantenerse el máximo tiempo posible con todo tipo de tretas, que hasta han formado un Manual de Okupación , que lleva a situaciones tan rocambolescas como que sean los propios okupas los que se autodenuncian para consolidar su situación, ya que solo se puede desalojar sin orden judicial dentro de las 48 horas del allanamiento, dicen que llevan más de dos días y problema resuelto.

Además de los propietarios violados, también los vecinos sufren las consecuencias, evidentemente los ocupas se ocupan poco de la convivencia y la educación; con lo que las molestias reyertas, ruidos, insalubridad, perros sueltos, drogas, disturbios, violencia, robos inseguridad y desprecio a los bienes comunes son el día a día.

Hay personas que tienen necesidad de una vivienda digna y carecen de medios económicos para obtenerla o están en situación de vulnerabilidad, pero en estos casos son las Administraciones Públicas y sus servicios sociales las que tienen obligación de conseguírselas; lo que no es aceptable es seguir la ley de hechos consumados o del más fuerte a base de quitar a otro lo que es legítimamente suyo. ¿Qué convivencia tendríamos si el que quiere algo de otro lo coge a las bravas?

Si al final recuperas tu propiedad, no esperes encontrarla como la dejaste, la suciedad y los destrozos que constituyen la huella de esta gentuza estarán allí, y por supuesto cualquier cosa de valor que hubiera ya no estará. Al dolor de ver cómo todas tus pertenencias personales, ropa, regalos, recuerdos, puede que gran parte de tu bagaje e historia personal, etc., son invadidos y violados por extraños, se une el de perderlos para siempre.

La solución no es fácil: mucha precaución, poner alarmas y señalizarlas visiblemente para que desmotiven y avisen al propietario y la policía, que puede desalojar e incluso detener por allanamiento y robo en su caso, si actúa de modo inmediato. Ayuda el dificultar el acceso con puertas blindadas y ventanas anti rotura. Si ya han entrado es muy importante que no estén más de 48 horas porque entonces hay que ir sí o sí a un proceso judicial que puede dilatarse años y supone costas de abogado y procurador, durante los cuales puede que además tengas que pagar los suministros, como el gas, el agua y la electricidad que consuman.

Si vas al juzgado, resulta más rápido ir por la vía civil interponiendo demanda de desahucio. La penal dura más y es inútil porque lo más probable es que se archive el procedimiento. Y contrata un buen abogado experto en estos temas. Otra solución es ceder al chantaje y pagarles una cantidad que seguro pedirán para irse. O contratar una empresa de desocupación, que no sé muy bien cómo trabajan, pero que parece que ocupan lo ocupado y paradójicamente lo solucionan, claro que también tienes que pagar.

Y al fin está la solución que nos hierve a todos en la sangre, que es ir a sacarlos, con la misma fuerza que ellos emplean para entrar, esta que es la que apetece, es la última opción y se supone que no debe usarse nunca, porque al final ellos te denuncian a ti por coacciones o allanamiento de morada (la tuya) o por lo que se inventen; y mientras al ocupador no le pasa nada, al ocupado, o sea, al ciudadano normal se le cae el pelo; lo dicho, un sinsentido. H

*Notario