CARTA AL DIRECTOR

La violencia es uno de los fenómenos que más preocupa a nuestra sociedad. La violencia filioparental, como variante de la violencia intrafamiliar, ejercida de forma física, psicológica o económica contra los progenitores, muchos de ellos de considerable edad, en razón a la maternidad y paternidad tardías, de origen o con motivo de segundas relaciones con reconstitución familiar, ha experimentado un incremento preocupante.

Los agresores suelen responder al perfil de baja autoestima, egocentrismo, narcisismo, impulsividad, escasa o nula empatía e intolerancia a la frustración. Se trata de una realidad silente y oculta, de ordinario no visibilizada. Los padres maltratados, presos del sentimiento de culpa y avergonzados por el comportamiento de sus díscolos hijos, no se atreven a denunciarlos y la sufren con resignación, frustración e impotencia.

Se ha dicho que son los rebeldes del bienestar y se alude al síndrome del emperador, a la tiranía principalmente de los adolescentes. Influye no solo el auge de un modelo educativo basado en la permisividad a ultranza, las familias sobreprotectoras y las delegativas, sino también el entorno, los amigos, las redes sociales, determinada publicidad e imágenes de violencia gratuita.

La concienciación, la sensibilización, la prevención y la educación en valores constituyen vectores clave para abordar una triste problemática que se ha agudizado durante el confinamiento. H

José María Torras Coll