Querido/a lector/a, he leído una editorial en este periódico que bajo el título Volver a la Política expresaba la voluntad de los acusados en el proceso de Cataluña de obtener una sentencia que permita devolver el conflicto al dialogo entre personas e instituciones. En definitiva, al terreno de la política.

Pero esta petición también puede servir para señalar la necesidad del pueblo catalán de volver a ejercer la política de las cosas que, como la sanidad, los servicios sociales, la educación, la transición ecológica, el cambio tecnológico…, se han quedado ralentizadas en un mundo que, el de Cataluña y España, últimamente está repleto de improductivos desconciertos y desavenencias.

No obstante, que nadie levante el dedo porque en cualquier parte, y en concreto en las instituciones de la democracia, la política, entendida como herramienta que debería fomentar la convivencia, el bien común, etc, aparece un tanto marginada. Y lo digo porque si uno mira a los Estados más representativos e influyentes del mundo como EE.UU, Francia o Alemania, lo que se observa es que están gestionados como empresas y, en consecuencia, con una política despolitizada o, si cabe, con una democracia sin política, donde preocupa el ajuste de las macrocifras pero no la realidad social ni la posibilidad de construir una organización social que facilite libertad, más capacidad de decisión, derechos y necesidades básicas fuera de los intereses del mercado.

Y es que, parece, o al menos esa es la impresión que da, que la derecha social, política y económica se cierra en su cultura, en lo propio, en no corregir las injusticias de los procesos sociales y, sobre todo, en dejar fuera de lo público derechos y servicios básicos. Pero al tiempo, los otros, la izquierda, los míos, o no se atreven o solo se refugian en frases. En ningún caso configuran la voluntad de un proyecto político capaz. Difícil pero necesario y no imposible.

*Analista político