A veces nos han respetado y otras veces no tanto. Que los temporales azotan de forma recurrente nuestras costas es una certeza que nadie puede discutir. Sus efectos son conocidos sobradamente por los municipios, ayuntamientos y usuarios de las playas. Los sufridos en los últimos meses causaron daños sustanciales en la fisonomía de nuestra fachada litoral.

A estas alturas creo que merece la pena reflexionar seriamente sobre este castigo de Sísifo que representa regenerar crónicamente los destrozos materiales. Recordemos que el mito de Sísifo consistía en cargar eternamente la misma roca en una pendiente inclinada. Cuando alcanzaba la cima, vuelta a empezar. Debo decir que la respuesta ofrecida por la administración autonómica, vía Agencia Valenciana de Turismo, en la restauración de todas las infraestructuras turísticas dañadas o devastadas, ha sido ciertamente ágil, leal y correcta. Unidos en la desgracia junto a todos los ayuntamientos, desde Vinaròs a Pilar de la Horadada. A las 48 horas habíamos convocado a todos los representantes de todos los pueblos con playa de toda la Comunidad Valenciana. Visitamos in situ, playa a playa, todo nuestro escenario costero más carismático, turísticamente hablando. Evaluamos, cuantificamos proyectos de recuperación y ejecutamos las obras necesarias de urgencia en un plazo de vértigo con una partida económica extraordinaria, a la altura de las circunstancias.

Solo citaré, a modo de ejemplo, la reposición de 400 lavapiés, 17 estaciones de bombeo y 6.000 metros lineales de canalizaciones. Todos somos muy conscientes del valor absoluto de la imagen icónica de nuestras playas y no podíamos regalar ni un minuto a las divagaciones ni a los típicos desencuentros entre administraciones. Hecho. Pero no podemos estar tranquilos. Necesitamos alcanzar una situación en la que todas nuestras playas disfruten de la seguridad que otorgan los proyectos integrales de regeneración, defensa y consolidación del litoral.

Las costas de la provincia de Castellón han sufrido y sufren episodios de regresión como consecuencia, entre otras, de la propia acción del hombre en la configuración de las instalaciones portuarias, etc. Sea como sea, estamos en un momento en el que ya no podemos ni debemos seguir entregados al parcheo permanente.

Las luces cortas ya no resisten la verdadera espesura del problema. Esto mismo le trasladé recientemente a la Directora General de Costas del ministerio en Madrid. Sin duda es el deseo de todos los municipios extraordinariamente afectados y preocupados. Aquí no hay color político que valga. Necesitamos activar ya las luces largas para tratar de mitigar esta amenaza que se agravará mucho más con el cambio climático en curso. Necesitamos inversiones pero que vengan ilustradas por estudios cabales, lúcidos y racionales de cómo hay que actuar. Proyectos que consoliden las aportaciones de áridos y el perfil de una costa cuyas playas son una verdadera fábrica de emociones, felicidad, bienestar… atributos del mejor destino turístico.

*Secretario Autonómico de Turismo