Querido/a lector/a, se van a celebrar las elecciones municipales en la Vall d’Uixo. Algo que me obliga a la reflexión porque creo que la Vall, mi ciudad, debe aprovechar el acontecimiento para seguir consolidando su recuperación y su progreso. Pero, además, porque se merece lo mejor. Que quede claro, pues, que decir que las gentes de la Vall deben aprovechar esa oportunidad no es algo casual. Es porque al nacer en pleno franquismo y, en contraposición, criarme y formarme en un ambiente de personas comprometidas en la recuperación de las libertades, he conocido y vivido las diferentes formas de entender y desarrollar el municipalismo político que durante mis años de vida ha existido en la Vall. Así es que he sufrido en la época franquista y, después, durante las recientes alcaldías de la derecha, eso que los clásicos han llamado «la no ciudad». Me refiero a que, aún existiendo infraestructuras y calles con casas para vivir y trabajar, al no querer reconocer a sus gentes la condición de ciudadanos, la ciudad era simplemente una zona urbanizada o un cuerpo sin alma. Pero frente a esa infecunda realidad, también he disfrutado de la Vall como auténtica ciudad de ciudadanos libres e iguales en derechos y en deberes. La que apareció con los que querían la democracia, con el alcalde Zaragoza y los siguientes alcaldes de izquierda. Con los que entendieron la Vall como espacio y proyecto público y social, con sentimiento de pertenencia pero, sobre todo, con vocación de estructurarse como poder social para participar proponiendo el bien común y hasta para cuestionar el propio poder institucional.

Querido/a lector/a, por todo lo dicho votaré a Tania. Y no hablo ni de partidos ni de siglas, solo de Tania. Mi experiencia vital me enseña que Tania ha vuelto a engarzar con la mejor tradición del municipalismo vallero: la que fomenta una sociedad civil y comprometida con un futuro de justicia social.

*Analista político