El inicio de la mejora de la nacional 232 en el puerto de Querol es una gran noticia para Castellón, puesto que se trata de una reivindicación histórica por ser uno de los puntos viarios más conflictivos por su dificultad para atravesarlo. Llega con 12 años de retraso desde que el entonces Gobierno de turno anunció la obra, pero estos son los goles que nos meten los políticos, y todavía más en una provincia como la nuestra que a nivel electoral importa muy poco.

Ahora hace falta que se cumplan las fechas y en tres años se hayan eliminado esas 68 curvas, a lo largo de 8,6 kilómetros, que suponen una odisea no solo para los vecinos de las comarcas del interior, sino también para aquellos ciudadanos de Aragón y otras comunidades del norte que desean llegar a la costa de Castellón.

El actual ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, al menos, ha demostrado cierta simpatía con la provincia, de modo que en su corta estancia en el Gobierno ha visitado esta tierra varias veces. Esperamos que ese interés se traduzca en hechos. Primero, logrando el presupuesto suficiente para que esas obras de Querol no se ralenticen por falta de presupuesto. Suponen un desembolso de 40 millones de euros que Hacienda deberá reflejar en los Presupuestos Generales cada anualidad. Segundo, despejando los fantasmas con las tan comentadas pruebas del AVE a Castellón, que vuelve a perder un verano para captar turistas que vengan a través de este medio de transporte, al tiempo que debería sentarse con los responsables de la Generalitat y desatascar el asunto de los Cercanías hasta el Maestrat, que utilizan a diario muchísimas personas más que el AVE. Tercero, con un verdadero impulso para continuar la CV-10, es decir, la autovía interior hasta Cataluña. Cuarto, con los accesos sur al puerto de Castellón. Y así unos cuantos deberes más pendientes con una provincia olvidada para el Gobierno central.