Todas las encuestas publicadas en las últimas fechas tras el cambio de Gobierno recogen el ascenso fulgurante del voto socialista. El último sondeo del GESOP también lo hacía, pero un estudio del mismo instituto que compara sus dos últimas encuestas, la de abril y la de junio, precisa mucho más. Puede decirse que el voto socialista es ahora más transversal y más femenino (aumenta 9,5 puntos gracias a la presencia de mujeres en el Gobierno) y crece entre los mayores, pero el PSOE tiene aún dos asignaturas pendientes, el voto joven y el más urbano, franjas en las que Podemos aún domina.

Entre abril y junio, el PSOE ha arrebatado a otras formaciones (Podemos y Ciudadanos sobre todo) casi millón y medio de votos y la cosecha supera los tres millones si se computa desde las elecciones del 2016. Estas ganancias se deben a dos elementos fundamentales, la fidelidad de voto, que se había hundido en el PSOE y ahora sube 7,2 puntos, y la simpatía que produce el efecto Moncloa (la intención directa de voto crece 5,4 puntos, 8,2 si se suma la simpatía). Del estudio se desprende que la imagen de Pedro Sánchez, tan denostada hace solo unos meses, ha tenido gran influencia en el resurgir del voto socialista. Este dato debería hacer reflexionar a políticos y analistas: es muy probable que la actitud discreta y de hombre de Estado de Sánchez en la crisis de Cataluña, por ejemplo, haya sido percibida positivamente por la opinión pública minimizando la impresión de que el PSOE estaba desaparecido.