Y sin haberlo previsto ni buscado, esta última Eurocopa se ha convertido ante los ojos del mundo en la metáfora más grande del planeta. Será la época de muchas cosas, pero lo que está claro es que son malos tiempos para los favoritos. Es más, me atrevería a decir que ser favorito es hoy en día lo más próximo a una maldición laica universal.

Pasó con la favorita Inglaterra contra Islandia. Pasó con la favorita España contra Italia. Pasó con la favorita Alemania contra Francia. Pasó con la favorita Francia contra Portugal. A todas les han dado donde más les duele: en los resultados. Y les ha dado quien menos se esperaba, en términos deportivos, los aspirantes. En esta vida, o eres favorito, o eres aspirante. Y lo más curioso es que te lo suelen otorgar los demás, en base a ciertos resultados más o menos lejanos, pero rara vez es un título que uno se dé a sí mismo.

El favoritismo atonta. Y si no, que se lo pregunten a los hermanos menores. Para empezar, ser favorito no te aportará ningún reconocimiento extra, pues tu umbral del mérito será mucho mayor. Luchas por mantener algo que siempre está por demostrar. Encima, en caso de conseguirlo, nadie te va a felicitar como si te hubiera costado, y si fracasas, la crisis que abras será desproporcionada. Por eso los entrenadores más listos -o mayores- huyen del favoritismo como si de una enfermedad contagiosa se tratara.

Ser aspirante, por tanto, son todo ventajas. Eres aquel a quien nadie mira, por el que nadie apuesta, y por lo tanto, juegas sin la presión de tener que revalidar. Cualquier cosa que consigas será una sorpresa para todos, empezando por ti mismo. Y, sobre todo, no tienes nada que perder con el riesgo. Tienes mucho que ganar y mucho menos que perder que tu rival. Así las cosas, no es de extrañar que suelan dar la sorpresa los equipos que se presentan como aspirantes a las eliminatorias.

En los años 60, un brillante eslogan publicitario de la segunda marca de alquiler de coches en EEUU dio la vuelta al mundo por haber presentado la desventaja de ser el primero de los perdedores en un gran beneficio para el consumidor.

Habían convertido un puesto en una actitud. La actitud de los que siempre ganan, sea cual sea su clasificación.

La saco de titular, por si algún seleccionador quiere tomar nota. H

*Publicista y comunicador