El Botànic aterrizó en 2015 anunciando una nueva era en la Comunitat. Como si la terreta no hubiera existido antes. Es cierto que en los últimos años del PP todos nos sentimos avergonzados por el tsunami de corrupción política, pero es que cuatro años después la vida sigue igual.

Las promesas de rescatar personas han quedado en eslóganes vacíos. En marketing. Si no, que se lo digan a los niños que estudian en barracones en lugar de infraestructuras dignas o a los menores más vulnerables abandonados por quien presume ser la adalid de la dignidad valenciana.

Y es que el poder cambia. A Oltra se le han olvidado las camisetas reivindicativas cuando se ha tenido que poner el mono de trabajo como consellera. Las ayudas a la dependencia superan el año de espera y los centros de menores llevan 9 meses sin cobrar, con una deuda de más de 30 millones. Pero no pasa nada. Nadie del Consell se inmuta. Ni Puig, líder del gobierno de las personas. ¿Dónde están las camisetas y los shows?

El Síndic de Greuges ha sido el único que ha puesto el grito en el cielo por el abandono de estos centros. Pero es que ni al defensor del pueblo hacen caso los del Botànic. Están por encima del bien y del mal. Su mala gestión ha tenido que ser salvada por el IVF, a costa de cobrarles un 2% de intereses. Por ello, desde Cs hemos exigido un plan de pagos para saldar la deuda que tiene el Consell y que sea éste quien pague los gastos, y modificar la política de tutela para garantizar un mayor bienestar, y aumentarla fuera para que los menores tengan un núcleo familiar afectivo y sean felices.

*Portavoz provincial y diputada de Cs por Castellón