Desde el inicio de legislatura el Consell de Puig, con el apoyo de toda la sociedad valenciana, ha reivindicado una financiación justa para los valencianos. Estábamos y estamos todos los partidos de acuerdo en que el sistema aprobado por socialistas y nacionalistas el 2010 nos condena a la infrafinanciación y en que hace falta un sistema más justo que no nos reste más oportunidades.

El martes pasado Pedro Sánchez, en el Senado, vertió un jarro de agua fría sobre los valencianos, al descartar un nuevo modelo de financiación durante esta legislatura. Pero parece que ahora al govern del Botànic, a Puig y a Oltra, esto no les espanta, ni les saca a la calle haciéndose jirones sus vestiduras. Es más, decía Puig el miércoles pasado que hay otras posibilidades, además de un nuevo sistema de financiación: mutualizaciones de deuda, nuevas consideraciones para el FLA; más recursos para acercarnos a la media del Estado; bla, bla, bla, bla y más bla.

Al anterior gobierno de Rajoy, ni Puig ni Oltra le concedieron ni agua. Confrontación desde el principio, a pesar de saber que ese modelo era el socialista y nacionalista. El PP siempre defendió, al contrario de lo que hizo Zapatero el 2010, un modelo que estuviera pactado al menos por los dos grandes partidos. Si no era así, estaba abocado al fracaso por pura lógica, vistos qué partidos gobiernan la mayor parte de las comunidades autónomas.

MIENTRAS ese modelo se pactaba, el Gobierno de Rajoy elevó las transferencias corrientes en 851 millones de euros. Eso supuso que los ingresos de la Comunitat aumentaran un 9,5%, cuando la subida media en España fue del 5,7%.

Tras recibir 1.000 millones adicionales el 2016; tras recibir en dos años 2.500 millones más de los que recibía el último Consell del popular Alberto Fabra, los desleales Puig y Oltra montaron movilizaciones, manifestaciones, cumbres sociales y todo tipo de festivales.

Escuchar a los socialistas valencianos decir que ahora hay un clima de diálogo; que Sánchez «ha sido sincero» y que si no se puede, no se puede, es para echar a correr o enviar a más de uno a Pernambuco. ¡Más poca vergüenza no se puede tener!

Hay que reconocer las necesidades que tenemos, reivindicar lo que nos corresponde, pero también hay que apuntar a los responsables, a los que históricamente nos han maltratado, a los que aprobaron un sistema de infrafinanciación para los valencianos y que ahora de forma temeraria exhiben impúdicamente su impostura, en el momento más fácil para no tener que quitarse la careta: ahora que gobiernan tanto en València como en Madrid.

Solo espero que los empresarios, los sindicatos, las universidades y todos aquellos que de buena fe han reivindicado los que nos corresponde, ahora alcen la voz contra ese poder valenciano en Madrid, que no es sino una engañifa monumental.

Y sobre todo, que no vuelvan a ser, de nuevo, los tontos útiles de esta izquierda valenciana tan tramposa y trilera.

*Vicepresidente de la Diputación de Castellón