El hecho de tener que empezar este artículo con aquello de ya lo decía yo… me provoca vergüenza. Posiblemente porque uno es tímido y humilde. Pero, también, porque en la medida en que expongo mis ideas en público, tengo gente que cuestiona alguna de mis reflexiones y, con ese ya lo decía yo… quiero destacar cómo recientes acontecimientos me están dando la razón y hacen incuestionables algunas de mis opiniones.

Digo que, en un par de ocasiones, aproveché este recodo del periódico para aseverar que E. Macron, el actual presidente de Francia, era un político de centroderecha que, a pesar de ser ministro de economía con el gobierno del sociata F. Holland, nada tenía que ver con la izquierda ni con la socialdemocracia. Incluso, dije, que frente a la Le Pen, que cuestionaba el proyecto europeo y al Fillon de la corrupción, el Macron de la reaccionaria reforma laboral y socio de la banca Rothschild era el elegido por el auténtico poder de Francia --el capital financiero dueño de la banca y de los medios--. Entre otros motivos, porque se declaraba partidario de aceptar la UE tal cual y, salvo algunas aristas en lo social, todo lo que representa el sistema liberal.

Por eso, aprovecho la circunstancia y ahora, cuando el presidente Macron teoriza el final de las clases sociales y de la izquierda y la derecha, pero elige a su primer ministro y al de economía de entre la derecha política y económica, deja constancia de que representa, lo que sea, pero no a la socialdemocracia. Circunstancia que aprovecho para recordar a aquellos que, posiblemente por desconocimiento o deformación interesada, lo presentaban como un político de una izquierda o socialdemocracia moderna y comparable a Susana Díaz. Al tiempo, a B. Hamon, vencedor de las primarias del PSF y derrotado por Macron lo situaban como al Pedro Sánchez de Francia. Así es que, ahora, algunos se lo tendrían que hacer ver porque Macron, de izquierda, parece que no es.

*Experto en extranjería